EL COMERCIO / MARCOS GUTIÉRREZ / Sábado, 19 Enero 2019
Las obras de rehabilitación del antiguo edificio fabril del Águila Negra en Colloto continúan a buen ritmo, mejor incluso de lo esperado. Tanto es así que los responsables de la obra confían en que los plazos previstos para terminar el proyecto en origen fijados para finales de abril puedan acortarse considerablemente. Las últimas previsiones del equipo que trabaja sobre el terreno fijaban el fin de la rehabilitación de toda la estructura exterior en esas fechas. Sin embargo, Pablo Alcázar, de Alcázar Arquitectos, estudio que trabaja desde el pasado mes de marzo para rehabilitar y revalorizar el edificio y su entorno, es optimista en este sentido y cree que acabarán antes.
«Las obras están ya con la estructura de madera, por lo que antes de mitad de febrero estarán las dos cubiertas». El martes «comenzará la demolición de forjados que estaban a alturas inadecuadas y en mal estado». «Los del ala uno están a alturas distintas al resto», resaltó, por ahora se «demolerán y reharán al nivel original».
El arquitecto indicó que «el proyecto que está aprobado, sin adecuación interior para que entre alguien y lo adapte a sus necesidades». «La idea es que en abril pueda estar». No obstante confió en que con los avances que se han producido en los últimos meses «nos moveremos en plazos incluso más cortos».
A finales de diciembre se aprobó definitivamente el Estudio de Detalle de la parcela, que contempla la siguiente fase re revalorización y urbanización del entorno al emblemático edificio. «Dependiendo de la comercialización del edificio y las parcelas esta fase llevará un tiempo u otro», comentó. En este sentido recordó que «la propiedad quiere sacarle viabilidad económica», si bien «el edificio de momento no tiene comprador, por lo que no vamos cerrar posibilidades. Queremos que esté abierto a todo tipo de usos».
Alcázar comentó que «el mejor uso que vemos para el edificio es el de oficinas relacionadas con trabajos creativos. El paso del tiempo, el efecto del clima, la vegetación y las diferentes remodelaciones realizadas fueron algunos de los principales retos que se han encontrado en Alcázar Arquitectos a la hora de afrontar las mejoras en el inmueble de casi 119 años de antigüedad.